Entrevista a Juancho López, road manager y promotor musical: «No hay justicia en el rock»

Por Dimas Ortiz

La historia del Rock & Roll la escriben músicos sobrados de carisma y talento, capaces de enfervorizar masas y componer canciones que nos traspasan la piel. Sin olvidarnos de trastornados que arrojan televisores desde habitaciones de hotel, salvajes de prodigiosas hazañas sexuales y rebeldes empeñados en descubrir qué se esconde al otro lado del túnel, hasta que, lamentablemente, olvidan el camino de vuelta. Pero también la escriben los tipos cabales y currantes que se encargan de sostener el andamiaje tras los rótulos de neón. Tipos que acuerdan fechas y lugares, negocian las cifras y se aseguran de que todo esté listo para el one-two-three-four. Tipos como Juancho López, aka Juancho Bummer.

Promotor musical, road manager, programador y bajista, pero sobre todo amante de la música, Juancho puede presumir de llevar 30 años viviendo del Rock & Roll y haber trabajado con muchos de sus ídolos. The Jayhawks, Redd Kross, Dover, The Dictators, Los Flechazos, Flamin Groovies, Los Coronas, The Cynics, Los Enemigos, Lagartija Nick, The Only Ones… por solo citar unos pocos. En MundoMiznait le entrevistamos para que nos lo cuente.

Juancho López junto a los miembros de Dover, en la época en que trabajaba como su road manager
Juancho (de rojo, a la derecha) con las integrantes del grupo Dover, durante la grabación del disco Late at Night en Seattle.

«Para ser un buen road manager tienes que ser como el señor Lobo de Pulp Fiction, el que resuelve todos los problemas»

¿En qué consiste el trabajo de un road manager?

El road manager es el responsable del grupo cuando está de gira. Es el jefe de la expedición, por decirlo de alguna manera. Lo organiza todo. Desde el viaje, la estancia, la parte de producción, los pagos y los cobros… Tienes que estar pendiente de todo y resolver los problemas que vayan surgiendo, que son muchos. Una gira puede ir muy bien y ser maravillosa o pueden empezar a surgir marrones. Y como road manager te los comes todos. Así que es importante ser un tío responsable. Porque puedes estar de gira con un grupo que igual están en un momento muy potente y que se lo están pasando muy bien, pero tú tienes que estar centrado en el trabajo. Y a veces no es fácil.

Hay muchas tentaciones.

Muchísimas. Pero tienes que ser comedido. La época en que trabajé con Dover, por ejemplo, cuando lo petaron, cuando el Devil Came to Me. Pues imagínate esa gira. Eran el grupo del año y cobraban cinco millones de aquellas pesetas por bolo. Íbamos con dos trailers, llevábamos nuestro propio equipo de sonido y de luces, treinta y pico personas trabajando, entre técnicos de sonido, técnicos de luces, backliners, montadores… Y el responsable de todo era yo. Cuando había un marrón, el teléfono que sonaba era el mío. Básicamente, para ser un buen road manager tienes que ser como el señor Lobo de Pulp Fiction, el que resuelve todos los problemas.

¿Qué tipo de problemas?

Bufff, de todo. A veces, el promotor es un listo y te quiere engañar. Que si solo se han vendido tantas entradas, que si el hotel que te ha buscado es un tugurio… y te tienes que pelear con él. Me ha pasado muchas veces y he tenido broncas tremendas. Por las buenas somos todos encantadores, pero cuando alguien quiere engañarte o reírse de ti, pues se tiene que encontrar contigo. O el típico viaje que se estropea la furgoneta y te quedas tirado durante horas y acabas llegando a la sala en el último minuto, con el tiempo justo para montar el equipo corriendo y empezar a tocar. O cuando uno de los músicos se encuentra indispuesto por los excesos del día anterior. Puede parecer un tópico, pero algunas bandas siguen fieles al Sexo, Drogas y Rock & Roll.

Hablando de Sexo, Drogas y Rock & Roll, ¿cuál es la banda más salvaje con la que has estado de gira?

Sin duda, Lagartija Nick. Nunca sabías lo que iba a pasar. Algunos días llegué a pensar que no llegábamos al siguiente concierto. He estado de gira con muchos ingleses, con americanos, con yonkis, con alcohólicos… con de todo. Pero el nivel de sexo, drogas y rock & roll de Lagartija Nick no lo he vivido nunca. Fueron dos o tres años muy intensos de gira, por la época en que sacaron el Shock de Leia, que es un discazo. Dos o tres años de llenar las salas y de dar conciertazos siempre. Porque, al margen de todo el desfase, eran super profesionales. Nunca llegamos a cancelar ningún bolo.

¿Te has visto obligado a suspender muchos conciertos?

No, muy pocos. Muy mal tienen que estar las cosas para que suspenda un bolo. Cuesta mucho organizar una gira, cuesta mucho vivir de la música y hay que pelear y luchar por ello. Y por mucho que se tuerzan las cosas o te la quieran jugar, lo tienes que sacar adelante.

Dicen los que te conocen que de Algeciras a Irún no hay ningún buen restaurante que no conozcas.

Qué menos. Siempre intento comer bien cuando estoy de gira. Ya que estás todo el día viajando, por lo menos disfrutar de eso. Aparte de que vivimos en un país con una gastronomía impresionante, y me gusta conocer y disfrutar la comida de cada provincia. Con todos los grupos con los que he estado de gira nos hemos cuidado en ese sentido, pero quizá con los que más ha sido con The Dictators. Era impresionante. Todos los días buscábamos el mejor restaurante de la ciudad. Encima Andy Shernoff, el bajista, es somelier y nos preparaba siempre una buena cata de vinos, rematada por otra cata de chupitos. Salíamos todos los días de comer a cuatro patas. Para la siguiente gira que hice con ellos les puse una condición: contratar un conductor para la furgoneta. Así podía disfrutar de la comida sin tener que conducir después.

Road manager Juancho López y su furgoneta junto a The Long Ryders y The Hanging Stars.
Juancho López y su furgoneta junto a The Long Ryders y The Hanging Stars.

También trabajas como promotor de conciertos. De hecho, eres el hombre que consiguió traer a The Knack a España.

Sí. Es de las cosas que más ilusión me han hecho profesionalmente. Siempre fueron una de mis bandas favoritas y sus tres primeros discos me parecen increíbles. No habían tocado nunca en España. Bueno, en realidad sí. Habían tocado en el programa Aplauso de TVE, en 1980, durante una gira promocional por Europa. Y yo les traje a tocar aquí a León, en el Purple Weekend, en el año 2007.

¿Fue complicado?

Mucho. Contacté con su manager, Jake Hooker, que fue el lider de The Arrows y quien compuso “I love Rock ’N Roll”, que después popularizaron Joan Jett & The Blackhearts. Desde el principio fue una negociación muy difícil. El tío era muy duro y muy seco. Me contestaba a los emails con monosílabos, siempre quería más dinero… era un hueso duro de roer. Pero al final llegamos a un acuerdo, y The Knack vinieron a tocar a León.

¿Y cómo fue?

Impresionante. Me acuerdo de ver el pabellón lleno, con la gente entregadísima, y cuando tocaron el solo de “My Sharona”, aquello se vino abajo. Fue una pasada. Además, estaban en una forma espectacular. Eran todos los originales menos el batería, Bruce Gary, que había muerto el año anterior. Y el lider, Doug Fieger, era un tío super majo. Muy agradable y muy educado. Luego a los pocos años se murió, y me dio una pena… joder. Y luego el que era muy curioso era el bajista, Prescott Niles. El tío era el típico politoxicómano hecho polvo. Desde por la mañana, en la prueba de sonido, ya estaba pidiendo rayas, fumando de todo e inflándose a chupitos. Se puso patas arriba. Pero, mira, ahí sigue vivo.

¿Eran tan buenos músicos como se dice?

Sí, eran musicazos. Ya antes de The Knack, casi todos eran músicos de estudio. Y aparte tenían muy buenas canciones. Porque el hit era «My Sharona», pero luego estaban “Good girls don’t”, “Oh Tara”, “Baby talks dirty”… Son tantas.

Hablando de buenos músicos, ¿con quién te quedarías de todos con los que has trabajado?

He tenido la suerte de conocer y tocar con muy buenos guitarristas, pero si tuviera que quedarme con uno, elegiría a Ross The Boss, de The Dictators. En los 90 hice varias giras como road manager con ellos, y llegó un momento en que Manitoba, muy en su línea de estrellita, dijo que prefería quedarse en el hotel echándose la siesta antes que ir a las pruebas de sonido. Entonces Andy Shernoff, el bajista, que siempre estaba picado con Manitoba, dijo: pues si tú no vas, yo tampoco. Total, que terminamos yendo a las pruebas el batería JP, Ross The Boss y yo al bajo. Y tocar con Ross es impresionante. Cuando llega el solo, de repente, todo coge una fuerza brutal y la canción se eleva. Es como si pisases el turbo. Como él mismo dice, aunque Ross es muy Spinal Tap, vive en su personaje de superhero guitarrero y nunca sabes cuando habla en serio: “Yo soy uno de los mejores guitarristas del mundo”.

Ese fue el germen de The Thunderbolts, ¿no?

Sí. Ahí empezamos, por divertirnos, a tocar canciones de Thin Lizzy. Coincidió que por aquella época mi buen amigo Juata estaba preparando un disco de versiones de Thin Lizzy y nos propuso hacer una gira de presentación con Ross y JP. A ellos les pareció bien, y después se unieron Fernando y Miguel Pardo.

The Thunderbolts: Juancho Bummer, Miguel Pardo, Ross the Boss, Fernando Pardo y JP Thunderbolt
The Thunderbolts. De izquierda a derecha: Juancho Bummer, Miguel Pardo, Ross the Boss, Fernando Pardo y JP Thunderbolt.

Otro de tus hitos como promotor fue la gira por España y Europa de Kent Steedman & The Tubular Greens. ¿Cómo surgió ese proyecto?

Una de las primeras giras que monté, a principios de los 90, fue la gira de Yage, un grupo que tenía Kent Steedman con los italianos A-10. Fue muy curioso porque en esa época todavía no había email y nos comunicábamos por fax. Mi novia de entonces trabajaba en una tienda y yo le mandaba a Kent los faxes desde allí y luego él me contestaba. Un mes antes de la gira le envié el último fax: el primer concierto es en Oviedo, quedamos a las 5 en la estación. Y allí estaban puntuales. Fue una gira de 3 semanas y nos hicimos bastante amigos. Kent es un tipo muy divertido y un guitarrista brutal. Hablamos de hacer algo juntos más adelante, y años después se me ocurrió montar una gira como de tributo al rock australiano, pero con un elemento original, como era Kent. Preparamos un repertorio con mitad de temas de The Celibate Rifles y el resto de grupos australianos como Radio Birdman, Cosmic Psychos, Sunnyboys y hasta ACDC y The Easybeats. Para completar la formación llamé a Fernando y Miguel Pardo, de Sex Museum, que son muy buenos amigos y a los que admiro mucho, y para la batería conté con Jota Armijos, de Berracos, un buen amigo de Malasaña.

¿Y qué tal fue la gira?

Brutal. En un mes hicimos veintipico conciertos y aquello fue demoledor. Después de tres semanas de gira, sonábamos como una apisonadora. Grabamos un disco en directo en Madrid, en el Gruta 77. Sacamos un disco y un dvd del concierto que quedó muy chulo. Y al año siguiente, Kent volvió e hicimos una gira para presentarlo.

¿Lo repetireis alguna vez?

Lo he hablado con Kent muchas veces. Pero es difícil. No hemos encontrado nunca el momento. Entre las giras de Sex Museum, las mías, que Kent está en Australia… Es un lío.

¿Algún otro grupo del que te sientas orgulloso de haber traído a España?

The Only Ones, sin duda. Una de mis bandas favoritas. Nunca habían actuado en España, y cuando hicieron una gira de reunión, no recuerdo si en 2008 o 2009, les monté una gira de cuatro conciertos por España y fue increíble. Los cuatro miembros originales. Además, me acuerdo que antes de la gira yo pensaba: “Joder, Peter Perrett… un tío que ha estado tantas veces enganchado a la heroína, a ver cómo es, a ver si no me da problemas…”. Y luego era un tío alucinante, encantador, y nos hicimos super amigos. El año pasado estuve tocando con Peralta en Londres y vino a vernos y luego pasé una tarde con él y su mujer. Viven en un estudio donde se han grabado un montón de discos míticos, como el primero de Elvis Costello o el primero de The Damned. Cuando cerraron el estudio, él se montó ahí su casa.

¿Pero la gira fue bien?

Sí, fue una gira maravillosa. Eran todos increíbles. Me acuerdo uno de los días, en Burgos, que el otro guitarrista, John Perry, se puso de speed hasta arriba y al día siguiente parecía que se iba a morir. Pero a la hora del bolo en Bilbao, el tío resucitó, no sé cómo, y dieron un conciertazo. Tenían muy buen directo.

The Only Ones: Miker Kellie, Alan Mair, Peter Perrett y John Perry
The Only Ones. De izquierda a derecha: Mike Kellie, Alan Mair, Peter Perret y John Perry.

«Al Purple Weekend le tengo mucho cariño. Es un festival que tenemos que cuidar porque corre el riesgo de perder su esencia».

También, a lo largo de tu carrera, has desempeñado un papel fundamental en el desarrollo y consolidación del Purple Weekend. ¿Cómo ha sido tu trayectoria por el festival?

Desde el principio y desde abajo. Estuve en el primer Purple Weekend y en los siguientes como público. Después empecé a ayudar a Alejandro y Elena con la producción, a organizarlo todo. Más tarde me involucré en la contratación, como cuando traje a The Knack. Y luego hubo un par de años que fui el director artístico del festival. Pero no me entendí con los del ayuntamiento, terminamos mal y me desvinculé.

¿Qué pasó?

Lo que suele pasar cuando se mezcla la música con intereses políticos y hay dinero de por medio. Después de estar un par de años al frente, hablé con Alejandro Díez, líder de Los Flechazos y Cooper, el creador del Purple, y le convencí para que volviese al festival. Entre los dos nos curramos un cartelazo brutal con el presupuesto que nos había prometido el ayuntamiento a principios de año. Pero seis meses después nos dicen que nos recortan el presupuesto a la mitad. Me pillé un cabreo tremendo, les dije que no contasen más conmigo y me marché.

Pero seguiste vinculado al festival.

Sí. Años después, cuando lo retomó Constan Chao, que es quién lo ha dirigido en los últimos 10 años, volví a trabajar con él en la contratación, trayendo grupos. En los últimos años he traído a Psychotic Youth, Lime Spiders, La Granja, y en la última edición a Peter Perrett.

¿Y en qué situación ves ahora al Purple Weekend?

Al Purple Weekend le tengo mucho cariño. Es un festival que tenemos aquí en León y que tenemos que cuidar mucho. Ahora está en un momento muy difícil porque hay gente metida de por medio que no lo están haciendo como deberían, y es importante que la gestión artística la sigan haciendo las personas que la han hecho los últimos años: Constan y su equipo. Y esperemos que pueda seguir sin perder la esencia de lo que ha sido siempre. ¡Larga vida al Purple Weekend!

¿Qué errores crees que se están cometiendo actualmente?

Hace ya unos años que el ayuntamiento encargó a una asociación de hosteleros gestionar la dirección administrativa del festival. Y hasta ahora la cosa funcionaba. Los hosteleros llevaban la parte administrativa, y luego había una dirección artística con Costan Chao y su equipo, que han hecho muy buenos carteles y han llevado muy bien las riendas del festival en los últimos años. Pero ahora parece que la dirección administrativa se quiere meter en la parte artística, cuando es gente que no tiene ni idea de música, ni sabe de qué va esto. Y como sigan así, el Purple Weekend corre el riesgo de perder su esencia y su espíritu y dejar de ser lo que era. Ya veremos qué ocurre.

Carteles del Festival Purple Weekend, ediciones de 2015, 2016 y 2019
Carteles de las ediciones 2015, 2016 y 2019 del Festival Purple Weekend.

«además de tener un buen grupo, tienes que saber gestionarlo. desgraciadamente, el baremo para que una banda triunfe no es la calidad, promotor musical».

Otro grupo mítico con el que has trabajado son Flamin’ Groovies.

Los Flamin’ Groovies son mi grupo favorito desde que era pequeño. He ido tres veces de gira con ellos como road manager, y eso sí que ha sido un sueño hecho realidad. Aparte me he hecho muy buen amigo suyo. Tanto de Cyril Jordan como de Chris Wilson puedo decir que son dos buenos amigos, y hemos pasado juntos momentos increíbles. Me acuerdo en la primera gira, el primer día, que en la prueba de sonido se me caían las lágrimas. Tuve que salir de la sala porque estaba emocionado. Y luego ir en la furgoneta con ellos, poner una canción de The Byrds y escucharles cantar, haciendo armonías por encima, y que se me pusiera la piel de gallina.

¿Y qué tal es el trato con Cyril Jordan? ¿Es tan difícil como se dice?

Es verdad que es una persona complicada. Es como un niño pequeño. Es un tío al que le han estafado muchos managers y mucha gente del negocio y eso le ha vuelto muy paranoico. Siempre piensa que la gente le quiere engañar. Ha pasado momentos muy difíciles. Dejó varios años de tocar, luego volvió. Pero yo le quiero mucho. Es mi ídolo. Para mí es la persona con la que más he vibrado con sus canciones. Y le he tenido llorando en mi hombro… Es un tío muy especial. Ojalá pase esta mierda y vuelvan los Flamin’ Groovies.

Fue un grupo con muy mala suerte. Una de las bandas más influyentes del rock, pero que actualmente siguen tocando en garitos y viajando en furgoneta. ¿Qué crees que fue lo que les pasó?

Yo creo que tuvieron una carrera muy mal gestionada. Sobre todo por parte de ellos. Además de tener un buen grupo, tienes que saber gestionarlo, dirigirlo y llevarlo adelante. Y es muy difícil. Influyen muchas circunstancias. Pero es un buen ejemplo de un grupo que podría haber llegado a lo más alto y se quedaron por el camino.

¿Es injusto el Rock & Roll?

Totalmente. A veces ves grupos que no tienen ningún talento ni nada y triunfan a lo bestia. Por lo que sea. Porque una canción suya de repente se convierte en un hit. Y luego ves otros grupos increíbles, que son musicazos y sacan discazos, y no llegan a ningún lado y andan tocando en garitos para poca gente y sobreviviendo como pueden. Como dice la canción de The Hydromatics: “There’s no justice in rock”. Y eso es así. Desgraciadamente, el baremo para que un grupo triunfe no es la calidad.

Cyril Jordan, de Flamin' Groovies, y Juancho López, road manager y promotor musical
Juancho López con Cyril Jordan de Flamin’ Groovies.

¿Qué es lo que menos te gusta de tu trabajo?

La gente que solo está por la pasta y que realmente ni les gusta la música. Hay gente que está metido en esto y que vas a su casa y no tienen ni colección de discos. Que igual que podrían estar vendiendo zapatos o comida o cualquier otra cosa. No me gusta trabajar con ese tipo de gente. Hubo un momento en que profesionalmente estaba en Madrid, muy bien situado y ganando mucha pasta, y reculé. Fue cuando volví a León y empecé a dedicarme más tocar y a lo que me gusta, porque el negocio me daba asco.

¿Por qué?

Por la actitud de la gente. Creo que me di cuenta de que trabajando en las giras grandes y a un nivel grande en el negocio musical tenía que tratar con gente muy distinta a mí. Gente que solo le interesaba ganar dinero y que solo se fijaban en las cifras. Y llegué a la conclusión de que moviéndome con mis grupos en un circuito más underground, más pequeño, iba a ganar menos dinero, pero iba a estar muchísimo más a gusto.

¿Existe una mafia musical?

No sé si una mafia. No exactamente. Pero a un nivel grande, el cotarro, como en cualquier otro negocio, lo manejan entre cuatro. Los que están arriba, los que controlan, la gente que sabe moverse en el business.

¿Y qué es lo que más disfrutas de tu trabajo?

La buena gente con la que me he encontrado. La cantidad de amigos que hecho de gente que es como yo, apasionada de la música, que están en esto porque lo viven y les emociona la música. Y esa gente da igual que sean de un grupo grande que ha ganado mucho dinero o de un grupo pequeño que está tocando para 10 personas. Son gente que les apasiona y que, les vaya bien o mal, dedican su vida a esto. Gente que disfruta del Rock & Roll.

¿Cuáles son tus proyectos inmediatos para cuando la situación lo permita?

Volver a tocar a saco. Y espero retomar un proyecto que se canceló por la puta pandemia: tocar con Robyn Hitchcock. Iba a ser su bajista en sus giras por Europa, empezando por el Azkena Festival. Aparte de eso, volver a tocar con Paul Collins Beat, girar con Kurt Baker y sacar un disco con Peralta y otro con Dogo y Los Mercenarios. También volver a currar de promotor aquí en León, organizando conciertos, y volver a la carretera como road manager. Esto ha sido un jarro de agua fría. La vida se para, te quedas sin trabajo. Horrible. Pero algún día pasará. Aunque tardaremos mucho en volver a donde estábamos, a volver a ver una sala llena y un festival a tope de gente. Creo que la vuelta será muy poco a poco. Pero en cuanto pueda me vuelvo a subir a la furgoneta. Eso lo tengo muy claro.

Concierto de The Paul Collins Beat en la tienda Sonny’s de Autin. De izquierda a derecha: Juancho López, Octavio Wink, Pablo Cabanes y Paul Collins.