Por Shakin’ David
Nos encantan las canciones con historia. Nos emociona escuchar una buena melodía, una progresión de acordes original, un solo de guitarra que nos quite la respiración…Pero, no nos engañemos, probablemente no disfrutaríamos tanto de las canciones que amamos si sus autores fueran seres anónimos de los que no tuviéramos ningún dato. Como animales narrativos que somos, gran parte de la magia de la música reside en esas anécdotas que adornan el trasfondo de nuestros discos y artistas favoritos. Relatos de camaradería que se antepone a las adversidades, de vertiginosos descensos a los infiernos o de genios tocados por un talento cuasi mágico que luchan contra viento y marea para seguir el camino que les marcan las musas.
También, cómo no, nos encanta un buen cotilleo. Nuestro instinto más fisgón se ve masajeado por historias de rivalidades, amistades rotas y malos rollos entre nuestros músicos favoritos. Pero quizá las anécdotas que más morbo nos despiertan son las relacionadas con los asuntos del corazón. Infidelidades, romances mal avenidos y triángulos amorosos en los que nuestros ídolos musicales se muestran tan indefensos frente al influjo del amor, tan débiles ante los impulsos de la carne y, en definitiva, tan humanos como nosotros. Y movidos por el dolor, la impotencia, la ira, o esa combinación de las tres que todos hemos sentido alguna vez, deciden airear los trapos sucios y exorcizar sus demonios a través de canciones, de un modo tan crudo que su escucha nos deja perturbadamente cautivados. Incómodos por la sensación de estar presenciando algo que no nos concierne, pero incapaces de apartar la vista, deseosos de conocer cada jocoso detalle.
Aquí van tres de esas canciones. Tres ventanas a la tumultuosa vida sentimental de tres grandes bandas. Porque la música no sería lo mismo sin historias. Y las mejores historias siempre son las de amor.
CANCIONES CON HISTORIA: TRIÁNGULOS AMOROSOS
The Mamas & The Papas — “I saw her again”
The Mamas & The Papas fueron uno de los estandartes de la generación de la paz y el amor libre, pero en realidad las relaciones entre los componentes de la banda distaban bastante del decálogo buen rollista del verano del amor. Formados por Mama Cass Elliot, Denny Doherty y el matrimonio que unía a John y Michelle Phillips, el roce pronto hizo el cariño y, antes incluso de la publicación de su primer álbum en 1965, Denny y Michelle estaban teniendo un tórrido romance a espaldas de John.
Cuando John Phillips, el principal compositor de la banda (que, todo sea dicho, no era precisamente un modelo a seguir en cuanto a monogamia se refiere), se enteró de la infidelidad, optó por una estrategia cuanto menos retorcida. En lugar de confrontar a su mujer y su amante pidiendo explicaciones, escribió una canción acerca de su escarceo para la banda. Así, “I saw her again”, que John compuso expresamente para la voz de Denny, narra el lamento de un hombre que se acuesta a escondidas con la mujer de su mejor amigo.
La volví a ver anoche,
aunque sé que no debería (…)
Cada vez que veo a esa mujer
Tengo ganas de morir
No quiero vivir una mentira
Sólo podemos imaginar la tensión en el ambiente el día que Phillips le presentó el tema a sus compañeros en el estudio de grabación. Vestida de una melodía irresistible y un juego de armonías vocales sublime que se torna siniestro al conocer la historia que hay detrás, “I saw her again” fue un éxito en el verano de 1966, y The Mamas & The Papas siguieron juntos hasta 1969, antes de disolverse en una vorágine de enemistades de por vida, denuncias por malos tratos y muertes prematuras.
Fleetwood Mac — “Silver springs”
Si hablamos de desencuentros amorosos entre miembros de una misma banda, todos los caminos conducen inevitablemente a Fleetwood Mac, quienes llevaron las tensiones poli amorosas de The Mamas & The Papas a otro nivel, sustituyendo el olor a incienso y las flores en el pelo por montañas de cocaína y espesos bigotes de la era Carter. Rumours, su álbum superventas de 1977 es toda una crónica rosa revestida de irresistibles melodías pop en la que los cuchillos vuelan sin piedad de un lado a otro entre los otrora amantes Stevie Nicks y Lindsey Buckingham, mientras Christine McVie reflexiona con más sutileza, pero no sin cierta acidez acerca de su divorcio con el bajista John McVie.
“Go your own way”, “Dreams” o “The chain” pueden leerse como jugosos episodios de un épico novelón sentimental, pero el tema que destaca por encima de todos es “Silver Springs”, composición de Nicks que irónicamente se quedó fuera del álbum original, viéndose relegada al rol de cara B del single “Go your own way”, en lo que Stevie siempre ha interpretado como el gesto definitivo de desprecio por parte de Lindsey. Demostrando que, aún 20 años después, ni perdona ni olvida, Nicks decidió recuperar el tema para el concierto de reunión de la banda en 1997, y resulta escalofriante verla clavar su intensa mirada en los ojos de Buckingham mientras desgarra su voz en una letra que suena como una maldición gitana.
El tiempo te echó un conjuro
No me podrás olvidar (…)
Mi voz te seguirá y te atormentará
Jamás podrás huir del sonido de la mujer que te amó
A día de hoy, los otrora amantes siguen sin enterrar el hacha de guerra, y en 2018 Buckingham fue expulsado de la banda a través de una llamada telefónica en la que su mánager, Irving Azoff, transmitió un claro mensaje al guitarrista: “Stevie no quiere volver a estar en un escenario contigo nunca más”.
The Ramones — “The KKK took my baby away”
Por mucha chupa de cuero y vaquero roto, los punks tampoco se libran de su ración de culebrones, como demuestra la relación entre Joey y Johnny Ramone, arquitectos de un sonido que devolvió el rock and roll a las calles en una era dominada por supergrupos como Fleetwood Mac, pero que se pasaron décadas apretados en los asientos de una pequeña furgoneta sin dirigirse la palabra por un desengaño amoroso que no estaría fuera de lugar en Rumours. La historia desde luego lo merece. A finales de los 70, Joey se enamoró perdidamente de una chica de Queens llamada Linda Marie Daniele, a quien dedicó algunas de sus canciones de amor más sentidas, como “She’s a sensation”. Sin embargo, al poco tiempo ella decidió abandonar al cantante… por el guitarrista de su grupo.
En “The KKK took my baby away”, Joey lamenta que el Ku Klux Klan ha secuestrado a su novia, aprovechando para lanzar un dardo envenenado a las filiaciones políticas de un Johnny que nunca escondió sus simpatías por el partido republicano. El romance entre Johnny y Linda no se quedó en un pequeño idilio, sino que se casaron y siguieron juntos hasta la muerte del guitarrista en 2004, pero Joey nunca fue capaz de aplacar su rencor contra Johnny, una animadversión que ambos se llevarían a la tumba.
Apenas se apagó el último acorde de “Pinhead” en el concierto de despedida de los Ramones en 1996, cantante y guitarrista tomaron caminos separados que nunca se volverían a cruzar. Sigue siendo desgarrador ver las imágenes de Johnny comentando sus sensaciones tras la muerte de Joey en 2001, asegurando que lo sintió porque amaba a los Ramones y el cantante era una parte importante del grupo pero, pese a haber pasado 20 años a su lado y haber escrito páginas doradas en la historia de la música juntos, no sentía ninguna pena a nivel humano. Y pensar que todo empezó con una chica yéndose a pasar las vacaciones a L.A…