Por Albert-O-Rama
Madrid, primeros años 90. Malasaña está en ebullición. Garitos, bandas y fanzines dan forma a una escena de garage y punk rock que todos los fines de semana congrega una parroquía fiel de chavales y chavalas anhelantes por devorar los sonidos que emanan del barrio. Camuflados entre sus calles, tres jóvenes macarras con ganas de pasarlo teta y buscarse la vida se juntan para formar su propio grupo. Los Elementos, se hacen llamar. Y desde luego que lo son.
Apostando por cantar en español, pronto se desmarcan de la corriente malasañera ortodoxa y comienzan a engrosar su propio séquito de adeptos, dispuestos a seguirles hasta allí donde les dejen tocar. Graban un EP con Subterfuge, ganan el Villa de Madrid, sacan su primer disco, se van de gira… El mundo está a sus pies. Y entonces, desaparecen.
¿Qué ocurrió? Quedamos en una terraza de Lavapiés con Ricardo Benito (1965) —alías Macanás o el Richar— para que nos lo cuente. Músico autodidacta e incombusitble morador de locales de ensayo, el Richar llega en bicicleta, justo cuando el camarero nos está sirviendo las primeras cervezas. Nos estrecha la mano, pide un café y se sienta. Lleva una camiseta de Psicoloca y destila la autenticidad de quien vive como piensa, fiel a sus convicciones.
Hablamos con él del auge y caída de Los Elementos, de la Malasaña de los 90, de la dificultad de abrirse camino en la música… También de trapicheos y okupaciones, de alimentación vegana, de nuestro lugar en el mundo y de la evolución de la droga en los últimos años. Y sus opiniones no son nada convencionales, pero si algo le sobra es franqueza.

Mucha gente todavía se acuerda de Los Elementos y la mayoría te conocen como Macanás. ¿De dónde te viene el apodo?
Eso me viene de pequeño. Había un jugador del Real Madrid que se llamaba Macanás y como estábamos todo el día jugando al fútbol y narrando los partidos al mismo tiempo, una vez que llevaba el balón dije: “coge la pelota Macanás…”. Y como es un nombre que suena y a uno le hizo gracia, pues cuajó y me quedé con Macanás.
¿Cómo eras de pequeño?
Me crié en el barrio de La Estrella, al lado de Moratalaz. Era rebelde y me echaban de todos los colegios. No me gustaba nada estudiar. Me aburría un huevo y no se me quedaba nada en la cabeza porque siempre estaba pensando en otras cosas. En cuanto fui un poco más mayor, empecé a trapichear por ahí.
¿Con qué edad?
Con 15 o 16 años. Tuve la suerte de caer en un barrio en el que había mucho tema y en el que era muy facilito. Mucha gente lo hacía. Y a mí se me daba bien y me sacaba una pasta. Otra gente, no. Otra gente se lo comían todo, se metían en deudas y tal. Pero a mí me fue bien y estuve muchos años.
¿Cómo empezaste a interesarte por la música?
Empecé a tocar la armónica y la guitarra con 14 años, en el parque, con los colegas. Y nos íbamos por ahí de veraneo en plan jipi, y tocábamos la guitarra y la armónica por la calle para sacar pasta. Así empecé. Y poco a poco, tocando con más gente. Uno te enseña una cosa. Otro, otra. Y luego fui aprendiendo con los discos. Echando la aguja del tocadiscos hacia atrás y hacia adelante todo el rato. Hoy en día, está tirao. Te lo pones en internet y ya te lo toca uno y te dice cómo tienes que colocar los dedos, a tiro hecho.
Fuiste autodidacta, entonces.
En alguna ocasión, estuvimos en una academia. Me apunté con Vicente, que tocaba en los Rescuers. Fuimos un tiempo, poco. Pero era bastante aburrido. El aprendizaje era lento. Por eso, al final, tirábamos de agujita y de oído.
¿Cuáles fueron tus primeros grupos?
El primer grupo que monté fue con Lagarto de Los Imposibles. También tocaban con nosotros Vicente y Paco, de los Rescuers. Paco, el bajista, se murió hace ya dieciséis años.
¿Cómo os llamabais?
Los Caníbales. Tocamos en El Juglar. Ahí fue nuestro primer concierto, cuando todavía no estaba reformado ni nada. Eso sería en el año 89 o por ahí.
¿Y tú ya cantabas?
No, ahí era solo guitarra. Si yo en realidad cantaba en Los Elementos porque no teníamos cantante. Pero me da un poco de corte cuando lo oigo después de los años.
¿Qué estilo hacíais?
Garage, punk, rock and roll… ese rollo. A estos les gustaba The Jam, a mí me gustaba mucho Johnny Thunders. Me impresionó cuando le vi en directo.
¿Dónde?
En la Escuela de Caminos, los dos días seguidos. El primer día no le conocía. Iban unos colegas y dije, bueno, venga vamos. Y cuando le vi, no me lo creía. Nunca había visto a nadie tocar así. Buenísimo. Al día siguiente, repetí y me quedé igual de flipao. Al año siguiente o a los dos años, volvió y le vi las dos veces también. Luego le vi un par de veces más en Londres y creo que también en Amsterdam. Y luego ya se murió. Además de Thunders, también me gustaba mucho el rock australiano. Y el hardcore.

¿Cómo surgieron Los Elementos?
Yo estaba con ganas de montar una banda porque tenía 4 o 5 temas grabados en mi casa con una caja de ritmos y un cuatro pistas. En esa época, a principios de los 90, yo paraba por Malasaña y con el primero que hablé fue con Rafa, el pincha de El Malandro. Para mi gusto, uno de los mejores pinchas de Malasaña. Rafa cantaba muy bien, de la hostia. Grabé con él unos temas que todavía conservo y que me siguen flipando por cómo cantaba el menda. Entonces cogimos a Álvaro —Alvoroto— de batería y a un bajista búlgaro. Pero el Rafa nunca venía a ensayar. Al final, prescindimos de él y me puse yo a cantar, pero porque no había otro. Y luego cambiamos al bajista también y metimos a Javi. Y ya empezamos a dar conciertos.
Teníais un sonido que recordaba a todas esas bandas americanas de funk-rock-metal de la época. ¿Cuáles eran vuestras influencias en esos momentos?
A mí me gustaba mucho el Mother’s Milk de los Red Hot Chili Peppers. Y luego, todo lo que escuchábamos en esa época, lo que se pinchaba por Malasaña. The Stooges, Johnny Thunders, punk australiano como los Hard Ons, aunque tampoco los pinchaban mucho.
En aquella época la mayoría de grupos de rock underground, sobre todo en Malasaña, cantaban en inglés, pero vosotros preferisteis hacerlo en castellano.
Ya. Siempre me ha gustado en español, aunque también hago versiones en inglés. Pero antes que nosotros, ya había muchos grupos. Me gustaban mucho Larsen y la Broma de Ssatán.
Grabasteis una maqueta en casete que dio bastante que hablar y que incluso se vendía en los garitos.
Sí, la vendíamos nosotros mismos a pie de calle. Y luego en los directos era cuando más caña le pegábamos. Cuando nos salía bien uno, la vendíamos de puta madre.
También hacíais pintadas por las calles con el nombre del grupo.
Sí, las hacía yo. Pinté mis cuarenta grafitis y ya lo dejé. Era malo, estaba aprendiendo.
¿Cuáles eran vuestros garitos favoritos?
Para tocar, la sala Revolver. Y para salir el Agapo, el Malandro, el Laboratorio, el Yas-tá, el Flamingo, el Louie Louie… todos esos garitos de Malasaña de la época.
¿Conocías a Kike Túrmix?
Sí. Los Pleasure Fuckers y Los Elementos llegamos a compartir local una época. Kike tenía muy buen gusto musical y era muy buen pincha, pero él y yo teníamos un rollo un poco distante. Él era de unas peñas y yo de otras. Él era de un rollo más de garitos y yo era más de botellón, de estar en la calle.

Volviendo a Los Elementos, después grabasteis un EP con Subterfuge.
A Carlos Subterfuge le gustábamos bastante y nos lo propuso él. Le conocíamos del barrio y flipaba con nosotros. Nos grabó el EP y luego nos grabó un vídeo, pero durante el rodaje discutimos un poco con él sobre “¿por qué lo grabas así?”, “grábalo de está manera”. Él iba muy a lo suyo y nosotros muy a lo nuestro. Chocamos, y el vídeo nunca vio la luz. Lo debió de destruir porque se lo pedí y nada.
La evolución que ha tenido Subterfuge Records es bastante sorprendente.
Yo no lo he seguido, la verdad. Dejé de escuchar eso en el 2004, me centré en otras músicas. Me gustaban Fu Manchu, Hellacopters, Turbonegro y todo eso de aquella época. Ahora mismo no sé ni que grupos hay por ahí. Llevo sin escuchar música actual desde 2007. No sé qué les gustará a los rockeros ahora.
El punto de inflexión para Los Elementos fue cuando ganasteis en 1992 el concurso rock Villa de Madrid.
Fuimos pasando eliminatorias hasta llegar a la final con Los Septiembre. Ellos eran mejores, pero ganamos nosotros. Nos llevamos casi medio millón de pesetas. Entonces Juan Hermida de Romilar-D se fijó en el grupo y nos contactó. Pusieron la pasta y grabamos un disco en Sonoland, un pedazo de estudio que había por Barajas, donde había grabado Julio Iglesias, y también estaban grabando los Burning en el local de al lado. Lo que pasa es que nos dejaron con el ayudante, no nos pusieron un técnico de sonido bueno. Y la mesa fallaba un poco, este tío se ponía nervioso, era novato, no le funcionaban los botones… una movida. Grabamos el disco, pero yo llamé a Juan Hermida y le dije “no lo saques, no saques el disco, que no me gusta”, y me respondió que si estaba loco, que ya había pagado no sé cuanto y me colgó el teléfono. Y lo sacó, claro
¿Y por qué no te gustaba?
Porque no estaba ni bien mezclado, ni bien tocado, ni bien nada. Teníamos horario nocturno para grabar e íbamos siempre al estudio puestos de farlopa, hasta las 6 de la mañana. Fresquitos no íbamos (risas). Y las mezclas eran horribles.
Pero para el año en que salió, 1992, no suena tan mal. En esa época, la mayoría de discos de grupos punk y garage sonaban peor.
Porque era todo analógico. Lo analógico suena muy bien con un buen técnico, pero había que saber mucho. Imagino que hoy en día también, pero es más fácil. Una prueba de sonido hoy en día no es como hace 30 años, que era todo a botoncitos, y luego acuérdate cómo lo has puesto, que luego nunca se acordaban. Hoy en día todo queda en tablet, por wifi, y le das al ok, y luego cuando vuelves le das al ok otra vez y ya te configura todo y suena que te cagas.
¿Qué tal fue la relación con Juan Hermida? Había gente que le ponía a parir.
Bueno… normal. Hizo lo que pudo, apostó por nosotros y… en fin, los frutos son los que se recogieron. Ninguna queja por nuestra parte. Sí, había gente cabreada con él. No sé qué les haría o qué pasaría con sus royalties.
¿Recibisteis royalties?
Sí, yo estuve cobrando de la SGAE bastante tiempo. Pero hace ya muchos años que no me mandan nada.
Vuestros conciertos eran muy divertidos, teníais una actitud muy macarra.
Siempre nos poníamos muy mocos para salir a tocar. Siempre. De una cosa o de otra.
Aun así, tocabais muy bien.
Es que siempre salíamos al escenario de subidón. Aunque alguna vez nos pillaba que al día siguiente teníamos concierto y cuando nos metíamos ya no era lo mismo, ya no era tan potente. Según te aguantara el hígado.
¿Y os poníais los tres?
Los tres, sí. Cada uno con lo suyo. O lo de todos mezclado, ya sabes… Según el día.
¿Alguna vez que el desfase se os fuese de las manos?
Muchas. Una vez volviendo de Parla después de un concierto, íbamos en un Ford Granada ranchera con todo el equipo y me comí una rotonda. La atravesé por todo el empedrado (risas). En aquella época las carreteras no eran como hoy, había zonas que no se veía por la noche. Lo unico que dije fue “¡joder, qué bache!”. Imagínate cómo quedó el coche. El eje casi partido y la caja de cambios totalmente desplazada hacia atrás.
Y después de la grabación del primer disco, ¿qué pasó?
Nos fuimos de gira por España y por Francia. Pero para cuando acabamos, un par de años después, ya estábamos un poco hartos. Cambiamos de batería. Se fue Alvoroto y entró José, un colega de la Prospe de Javi, el bajista. Yo quería alguien que hiciera las letras y se dedicara a cantar, y empezamos a buscar cantante. Cuando por fin encontramos a uno, a Javi no le gustaba. A partir de ahí empezamos a bifurcarnos. Luego Javi entró en Super Skunk y ahí ya lo dejamos.
¿Por qué no alargaste la vida de Los Elementos con otros músicos para aprovechar el tirón del disco y el reconocimiento que ya tenía el grupo?
Lo intenté al principio. Pero luego ya tenía ganas de cambiar, de seguir con otro nombre y otro formato.
¿Mantienes relación con los otros miembros del grupo?
A Javi le fui a ver hace poco a la sala Moby Dick, con un grupo que tiene que se llaman Kameos. Tuvimos un grupo que se llamaba Los Abogaos, con el batería de Def Con Dos, Kiki Tornado, y un cantante. Grabamos una maqueta, que la tengo por ahí. Y Álvaro murió recientemente. Había tenido un cáncer de estómago hace no sé cuánto. Diez años, quizá. Y se lo quitaron con quimio y estaba muy contento y tal, pero… la verdad que no sé. No sé si es que le volvió a entrar o fue otra cosa. Tenía 59 o 60 años. Era el mayor de todos.

Y después de Los Elementos, ¿a qué te dedicaste?
Seguí tocando. Tenía mi local en La Nave y empecé a tocar con Jaime, el guitarrista de Servicio del Orden 100% Vegetal. Yo tocando la batería y él, la guitarra, y luego nos cambiábamos. Tuvimos varios nombres. Uno era Ni Qué Niño Muerto, y luego cambiamos a Psicoloca. Sigo tocando con él. Son temas muy guapos de hardcore que hace Jaime.
¿Habéis grabado algo?
Tenemos grabados cuatro temas, están por ahí en internet. Eso lo lleva Jaime. Los vende en iTunes y otras plataformas. A nosotros nos los ha regalado (risas). Queremos grabar pronto tres o cuatro canciones más.
También tuviste un proyecto en el que grababas la batería en vídeo y luego tocabáis en directo por encima.
Sí, se llamaba PVC y tocábamos con una proyección detrás en la que iba la batería y un montaje de imágenes en función de lo que dijesen las canciones. Me costó un año hacer la edición. Empecé sin tener ni puta idea. Me compré un Macintosh portátil de segunda mano, y hasta que aprendí. Con eso conseguí hacer el vídeo del repertorio. Hacía la batería con los cascos, escuchando la música que habíamos grabado. Todo con claqueta. Y luego se quedaba filmado y bien grabado, con micros y tal, y lo proyectábamos. Comprábamos un proyector en El Corte Inglés y luego lo devolvíamos. Y así las 15 o 16 veces que tocamos. Llegamos a tocar en La Riviera, en un festival que se llamaba Follar Tour, que era todo de espectáculos porno. Tenían repartidos como diez escenarios, cada uno con su movida. En uno había dos tías peleando en barro, en otro salía una haciendo barra americana… y en otro escenario, nosotros con la historia esta.
¿En qué año fue eso?
En el 2004. En una de las canciones metí una escena de un tío follándose a una piba, y a la tía le puse la cara de Rajoy. Cuando los de La Riviera vieron el vídeo, antes de la actuación, nos dijeron que en La Riviera no se podía proyectar eso. “Vale, no os preocupéis, yo lo quito”. Pero luego no lo quité (risas). Nuestro concierto duraba 19 minutos, eran doce canciones hardcore a toda hostia. Y cuando faltaba media canción, a los 18 minutos y medio, llegaron los seguratas, nos quitaron los instrumentos y nos echaron del escenario.
¿Has llegado a vivir de la música?
No (rotundo). Para vivir de la música tienes que dar el pelotazo. Si te quedas en el nivel medio, no ganas nada. Tienes que tener tu curro y luego tocar. Muchas veces sales de gira y vuelves con lo mismo, o con menos. Sales palmando.
¿Has trabajado alguna vez o siempre has tirado con tus trapis?
Sí, estuve un tiempo, a finales de los 80, y luego lo dejé. Era en una empresa de publicidad. Al principio como recadero y luego de arte finalista.
¿Y en qué proyectos estás metido ahora?
Sigo tocando con Psicoloca y llevo un tiempo en La Tabacalera. Llevamos un local de música y hacemos jam sessions. En un futuro me quiero dedicar a algo así. Irme a la costa y montar una asociación de músicos. Estoy un poco harto de Madrid ya, son muchos años aquí. Aunque tengo la suerte de vivir por la zona de la Casa de Campo, en Campamento. Hay una poza de agua mineral para bañarse. Rompieron un manantial haciendo el metro y lo canalizaron. Yo me baño allí todo el año. Y hay muchos frutales. Recojo mucha fruta de los árboles, de las ramas que salen de los chalets… pero me quiero ir a vivir al campo.
Hace unos años, saliste en un programa de televisión, en un reportaje sobre okupas de lujo…
(Risas) Sí, he okupado un par de chalets. Uno en El Viso, que era la hostia, enfrente del Ramiro de Maeztú. ¡La polla! Mil quinientos metros de terreno, con arbolitos, una casa bestial de tres plantas, todo de mármol y bronce. Era de uno que se había fugado por un desfalco o algo así. Estuvimos un añito allí. Y luego okupamos la de Colonia Jardin, que era una urbanización entera de 3 chalets juntos, con su jardín grande y su piscina de agua verde. Nos lo curramos que te cagas. La casa estaba sin terminar. No tenía ventanas, y se las pusimos nosotros de madera que cogíamos en los contenedores. También pusimos unos canalones para recoger del tejado el agua de la lluvia, que acumulábamos en unos bidones que nos había regalado un chatarrero.
¿Y cómo terminó la cosa?
Nada, nos desalojaron en 2017. Luego okupamos otra casita por allí. Y luego otra en la Casa de Campo. Una casa como de jardineros, con chimenea y todo. Ahí estuvimos un par de años.

(Pedimos otra ronda de cervezas. Ricardo sigue con el café americano que pidió al llegar y no quiere nada más) ¿Ya no bebes?
Llevo mucho tiempo sin beber. Desde el 2001, o por ahí. Hombre, si me tengo que beber una cerveza o una copa de vino, me la bebo. Pero no suelo. Aunque, a día de hoy, sigo metiéndome cosas. Lo que pasa es que me he hecho casi médico naturista yo solo. Siempre me ha interesado eso, de toda la vida. Y al final, después de treinta años leyendo libros, pues algo se te queda, ¿no? Yo me automedico, me hago mis ayunos, mis curas de hierbas y de frutas y mis hostias. Por eso, a mi edad, puedo seguir metiéndome temas. Lo hago cada vez menos, eso sí, porque además no conviene. Conviene ya de una vez disfrutar de la vida con tu propia energía, sin necesidad de tal, pero bueno…
Eres vegano, ¿no?
Soy casi crudivegano ya. Es lo más sencillo del mundo, no hay que complicarse la vida con aparatos ni con nada. Te tienes que ir acostumbrando poco a poco, pero es una buena forma de vida. No creas huella ecológica, y encima es sano. Hay que tener en cuenta que no puedes cambiar de un día para otro, de ser carnívoro a ser vegano. Necesitas una transición porque incluso te puedes poner malo. Yo soy muy estricto, procuro no comer cereales ni legumbres. Para mí la alimentación ideal son frutas y verduras, pero nada fabricado. Ni trigo, ni arroz, ni lentejas… bueno, lentejas sí, los brotes.
¿Y de dónde sacas las proteínas?
Todo eso ya tiene proteínas. Es que ha sido un engaño progresivo. Somos comedores de carne inconscientes, no nos hemos dado cuenta de que esa no es la vía. Y mira cómo va el mundo, todo guerras… En vez de hacer una dieta de frutas y verduras y no utilizar fuego para nada, hemos tirado por lo contrario: matar cosas que se mueven y que piensan y que se esconden. Pues igual que matas unos de esos, luego matas a un hombre porque no lo conoces y es otra cosa que se mueve. La carne genera agresividad, ansias de poder y fascismo. Por eso la humanidad está así, una sociedad que se basa en la guerra constante. Yo me hago mis ensaladas con frutos secos, con lechugas que recojo yo mismo de la Casa de Campo, y muchos días como gratis. Bueno, los frutos secos los compro. Antes los mangaba, pero ahora ya los compro. Dicen que el karma y tal… y hace un par de años me dio por ahí y dije “ya no robo más” (Risas)
¿Has sido muy mangante?
Siempre me ha gustado robar… en El Corte Inglés, en el Carrefour… de todo (risas). Mi vida no ha sido de lo más temprana en evolución personal, que digamos. Y ahora estoy empezando a cambiar. Me refiero a que antes pensaba que el mundo estaba contra mí, y ahora ya me he dado cuenta de que no, de que yo soy el mundo, si quiero.
¿Practicas alguna disciplina espiritual?
Hago Tao Yin. Es una disciplina tailandesa. Como pilates, pero tailandés. Empecé a hacerlo porque tuve una hernia discal, en 2007. Me tropecé en un sitio resbaladizo, me hizo de palanca la rodilla al caer y ¡crack!. Me quedé clavado en el suelo, sin poder moverme. Vinieron los del Samur, y me decían de darme un Nolotil… Y yo les dije que Nolotil no, que me dieran morfina, y ellos decían que de eso no les quedaba y me querían llevar en la ambulancia, pero yo les dije que no, que se fueran. Llamé a una amiga, le conté lo que me pasaba y le pedí que me hiciese un favor. A la hora o así, vino mi amiga con dos micras de caballo del poblado. Me lo fumé, y a la tercera calada ya conseguí gatear y ponerme en pie… Y hasta hoy.
¿Cuál es tu experiencia vital con las drogas?
Yo empecé con los porros y los tripis con 14 años. En esa época me dio por pensar que estaba quemando mis neuronas, porque sentir esas cosas tan claras… me resultaba extraño. Pero yo me he drogado mucho menos que mis colegas. Empecé con la heroína también a los 14 años, luego lo dejé a los 19 y me fui a la mili. Y después, hasta los 23 o 24 no lo cogí otra vez. Pero solo he estado enganchado un par de veces, ya mayor, con 41 una vez y luego con 45.
¿Ha cambiado mucho la heroína en todos estos años?
El caballo ha cambiado mucho. El caballo que había hasta el 2005, o así, era otra cosa. Provenía del opio. A partir de 2005, los que lo exportan empezaron a probar una cosa nueva, y han tardado 7 u 8 años en sacar el producto que hay ahora. Lo de ahora es un opioide, un derivado sintético. Y yo creo que han tardado en saber mezclarlo para exportarlo a gran escala, porque antes como era tan poquito en el bloque, o se quedaba todo a un lado y te metías una sobredosis, o no te ponía nada. Yo creo que están dando con la tecla ahora, porque las cosas que he probado nuevas están muy bien. Pero ya no es lo que era el caballo antiguo.
¿En qué se diferencia?
El caballo antiguo no era compatible con el alcohol. Este sí. Este te pone bien, te pone tipo caballo, pero puedes beber. Y no echas la pota, con el caballo antiguo echabas la pota. Y este es más adictivo también. Lo tienes que llevar siempre en el bolsillo porque te va a bajar y vas a necesitar más. El de antes, no. Yo he llegado a tirar trozos porque me valía con un poco para esa noche y al día siguiente no quería. Pero ahora, para aguantar la noche, cada media hora tienes que darle dos caladas. Yo ahora fumo opio, que lo recojo yo. Llevo 40 años cogiendo opio. Por donde el Metro de Campamento, por Rivas-Vaciamadrid… Hay que saber cómo cogerlo y cómo tratarlo para almacenarlo. Lo tienes que amasar para que se evaporen las sustancias volátiles. Consigues un opio mucho más tranquilo. Hay opios que te ponen muy nervioso. No te calman la ansiedad, sino que la acentúan. Pero sí que coloca, sí. Me encanta fumar opio, con café y marihuana.
¿Entonces ya no compras?
Hace ya muchos años que no voy al poblado. Prefiero llamar a algún colega y que me lo traiga. Otras veces me invitan. Alguien que conozco, siempre tienen… y te invitan.
Y como médico autodidacta, ¿qué opinas del Covid? ¿Te has vacunado?
No, no me quiero vacunar. No me fío nada de esta gente, de estos capitalistas médicos y negociantes. No me fío de las farmaceúticas. Van a sacar dinero con la enfermedad de la gente. Y no solo es que la gente no sé dé cuenta, es que los médicos tampoco se dan cuenta. Ellos estudian en la universidad lo que les ponen. ¿Y quién les pone eso? Pues los intereses financieros y los que mandan. Los médicos se licencian, pero están como dormidos… Mira, al final el tiempo ha dado la razón a los que decían que el SIDA no existe. Porque si no, habría habido cada vez más contagios y hoy estaríamos todos muertos. Y hace ya diez o quince años que ni se oye hablar del tema. El SIDA ha desaparecido del mapa y de los medios de comunicación. Yo pienso que no existe, que no está fotografiado. Y creo que la pandemia es mentira también.
¿Hay canciones inéditas de Los Elementos que estén grabadas, pero que en su momento no se llegasen a publicar?
Tengo algunas, pero en cintas de casete. Tengo una caja de madera llena de cintas con ensayos y algunas maquetillas que grabamos en el 4 pistas con algunos temas que no están editados. Tengo que abrir esa caja, porque hay muchas canciones ahí metidas. Además, las cintas se pasan con los años, se acaban pegando y entonces ya no giran. Por lo visto, hay una forma. Las metes en un horno a fuego lento, luego las sacas y las puedes oír una vez. Las grabas y luego ya se revienta la cinta. Tendría que escucharlas, seleccionar… tardaría bastante.
Hay mucha gente que os sigue recordando. De alguna forma, Los Elementos dejasteis huella y es habitual que salgais en muchas conversaciones cuando se habla de aquella época.
Pues no lo sabía. Amistades de entonces, de Malasaña, no conservo muchas. Ahora tengo otras amistades diferentes. Han pasado muchos años. Luego empecé a parar por Lavapiés y perdí contacto con aquella escena. Pero me alegro, la verdad.
(Richar nos apremia a terminar la charla, ha quedado con una amiga. Nos despedimos con un apretón de manos, y nos promete que buscará en esa caja de cintas algún tema inédito de Los Elementos. Quedamos en vernos en alguna jam de La Tabacalera. Gracias, tío.)
Más entrevistas y contenidos musicales en nuestra sección de Música.