Entrevista a Conchi Moya, autora de La Luz Interior de George Harrison: «Harrison fue un músico invisibilizado por dos egomaníacos»

Portada Conchi Moya, autora de La Luz Interior de George Harrison

Por Dimas Ortiz

Dos mil veintiuno trajo una buena cosecha para los seguidores de los Beatles, con la serie documental Get Back, la antología Letras de Paul McCartney y la edición en español de I Me Mine, entre otros. Por eso no deja de sorprender que un libro escrito por una autora prácticamente desconocida y publicado por una editorial independiente consiguiera abrirse hueco hasta alcanzar una segunda edición y consolidarse como uno de los lanzamientos de referencia de la literatura musical en nuestro idioma. Hablamos de La Luz Interior de George Harrison (Sílex Ediciones).

En MundoMiznait hemos querido conocer a su responsable, Conchi Moya, y no nos ha costado mucho averiguar la receta de su éxito: pasión, rigor y originalidad. De paso, también hemos descubierto el que quizá sea su talón de Aquiles. Una admirable determinación a decir lo que piensa y a llamar las cosas por su nombre, aunque le cueste la ira de los beatlemanos más fundamentalistas.

Nos encontramos con ella en el Pub The Cavern de Madrid, cuyo dueño considera oportuno aclararnos que el nombre no se debe a ninguna sala de conciertos de Liverpool, sino al mito de un conocido filósofo griego.

¿Por qué un libro sobre George Harrison?

Primero, porque no solo es mi Beatle preferido, sino también mi artista favorito. Y segundo, porque creo que como músico tal vez no esté todo lo reconocido que se merece. Esto puede sonar un poco raro hablando de un ex Beatle. Por supuesto que no fue un pobre músico muerto de hambre, pero dentro del grupo quedó completamente eclipsado por las personalidades de Lennon y McCartney. Y he querido reivindicarle. 

En todas sus facetas…

Es que esa es una de las cosas que le hacen tan interesante, existían muchos George Harrison: el músico, el jardinero, el espiritual, el rehabilitador de mansiones, el productor musical y cinematográfico… Y luego, fue amigo de tantos músicos. Los Beatles eran los reyes, pero él no tenía problema en ponerse a la altura de otros músicos y tratar con ellos de tú a tú, sin mirarlos por encima del hombro. Son todo un cúmulo de características que lo convierten en un personaje muy apetecible para escribir sobre él.

¿Y cómo te surgió la idea de escribir La Luz Interior…?

En cierto sentido, el libro es un encargo de mi editor, Ramiro Domínguez, de Sílex Ediciones. Hace como diez años, yo ya había intentado escribir un libro sobre George, pero no tenía editorial, solo me había autoeditado un par de libros y en ese momento no me vi capaz de sacar el proyecto adelante. Y bueno, Ramiro tiene una colección de música muy interesante en su editorial y se fijó en que yo siempre estaba colgando en mis redes cosas sobre Harrison, así que se le ocurrió encargarme un libro sobre él. Además, esto me lo confesó posteriormente, no tenía ninguna mujer en el catálogo de música (risas). Y en cuanto me lo propuso, acepté sin dudar.

El libro no es exactamente una biografía. 

Es que no quería hacer una biografía. Además, en español ya hay una bastante buena, George Harrison de Beatle a jardinero, de Ricardo Gil y Javier Tarazona. Mi idea era más bien escribir un caleidoscopio de capítulos dedicados a Harrison y a todos los temas que le interesaban. Los Beatles, la música, el humor, la meditación, la moda… Por eso la segunda parte se llama Desde todos los ángulos. Me apetecía hacerlo así. De hecho, lo he escrito de manera desordenada. Por ejemplo, empecé por el capítulo de las guitarras.

En el retrato que haces de Harrison destacan su franqueza, su sentido del humor y su generosidad, pero también sus aristas y sus contradicciones.

Es que sus contradicciones me resultaban muy entrañables, le hacían más humano. Es curioso que llevase ese estilo de vida tan marcado por lo espiritual y lo material a la vez. Y así fue siempre. Como cuando fue a Australia en 1984 con Derek Taylor, su amigo y jefe de prensa de los Beatles, a presentar el libro de este. Ya había pasado su época loca del 74, en plan sexo, drogas y rock&roll, ya estaba casado con Olivia y su hijo tenía 6 años, pero los dos fueron para allá a desparramar y pasárselo bomba. Hay unas fotos con los Deep Purple en sus camerinos en las que se les ve super pasados de todo. 

Contrasta mucho con su pasión por la meditación y la filosofía oriental.

Sí. Pese a su faceta espiritual, también tenía esa parte más material de escapar y pegarse unos buenos atracones. Y no lo digo porque admire que se pillará tres mil borracheras, pero es una parte de su personalidad que me resultaba muy atractiva. Además, él no se escondía. Reconocía esa contradicción.

¿Cómo crees que lo encajaba ante sí mismo? 

No lo llevaba mal. Bueno, quizá sí durante una época, en el 74, cuando estaba preparando la gira de Dark Horse. Su matrimonio con Pattie Boyd ya estaba muy deteriorado —poco después Pattie le acabaría dejando por Eric Clapton, como todo el mundo sabe— y en enero de ese año, se fue a la India con Ravi Shankar. Y ahí sí que lo pasó mal porque iba muy pasado de drogas y sintió que no era digno de estar delante de Shankar y otros gurús espirituales. Creo que ese fue el único momento de su vida en que se angustió en ese aspecto. Después lo supo sobrellevar, aunque es cierto que nunca llegó a ir tan pasado como entonces.

Es curioso, por como hablas de él, parece como si le hubieses conocido. Supongo que la escritura del libro supuso para ti un intenso trabajo de inmersión en George Harrison. ¿En algún momento llegaste a sentir que te identificabas con él o que a través de él también te estabas contando a ti misma?

No lo sé. De alguna forma, suelo aparecer en todo lo que escribo. Me sumerjo en los personajes y les doy pinceladas mías, ya sean hombres o mujeres. Aunque no de forma evidente y reconocible. En una ficción es más fácil, pero en este caso, al ser un personaje real, no tenía espacio para eso. Donde sí creo que estoy es en todos los aspectos de su vida que me gustan especialmente. El libro está lleno de detalles y descripciones a los que quizá hasta ahora no se les ha dado tanta relevancia. Y ahí es donde estoy yo. Como, por ejemplo, el capítulo sobre la moda, que es un capítulo que a la gente le está gustando bastante. 

¿Y el análisis de sus discos o el capítulo de las casas?

También. Es que la relación que tuvo con sus casas dice mucho de Harrison. Además, creo que es pertinente porque las convirtió en auténticos templos y en las dos montó sendos estudios de grabación. En el de Kinfauns, se grabaron las demos de Esher, que son el esqueleto del Álbum Blanco. Y en Friar Park, grabaría después casi todos sus discos en solitario. Lo de Friar Park es un caso curioso porque no es la típica mansión de una estrella del rock. Estaba hecha una pena, y él y Pattie se preocuparon de rehabilitarla y hacerla recuperar toda su grandeza. Harrison se sentía cautivado por esa casa e incluso le llegó a dedicar una canción, Ballad of Sir Frankie Crisp.

Conchi Moya, autora de La Luz Interior de George Harrison, en el Pub The Cavern de Madrid

En el libro reflejas muy bien la relación de George con el resto de Beatles y cómo los roles que establecieron al principio del grupo determinaron durante bastante tiempo su relación posterior.

Una de las razones por las que me encanta la historia de los Beatles es porque eran una pandilla de amigos. George tenía 14 años cuando empezó a tocar con The Quarrymen, la banda de Lennon y McCartney anterior a los Beatles. Parecía un pre adolescente, y cuando John le vio con esos mofletes y esa cara de crío, se negó a admitirlo en la banda, aunque como tocaba tan bien no le quedó más remedio que aceptarlo. Pero, en cierto sentido, nunca dejó de ser el pequeño. Todavía hoy Paul McCartney se refiere a él como “mi pequeño hermano George”.

Y eso fue un lastre para él.

Evidentemente. A lo que hay que sumar que Paul y John eran dos genios maravillosos, pero también dos auténticos egomaníacos. Eso lo reconocía el propio Lennon, que Harrison había sido un músico invisibilizado por dos egomaníacos. También está el tema de que tres compositores maravillosos es un hecho increíble, porque normalmente suele haber uno o dos, y a ese nivel, tres eran multitud. Y George era el “pequeño” y de alguna forma le hacían el vacío y le trataban con condescendencia. Y eso le pesó siempre y es una de las razones de que mantuviese un mal recuerdo de algunos momentos de su etapa en los Beatles.

¿Se puede decir que se sintió liberado cuando el grupo se disolvió?

Sí. Y a veces llegó a hacer algunas declaraciones que a los beatlemanos les enfadan mucho, pero que al fin y al cabo se basaban en su experiencia. Creo que lo que determinaba el carácter de George era la traición. Si se sentía traicionado por sus amigos, ahí se acababa todo. Y de alguna manera se sintió traicionado por John y Paul, sus amigos. Y eso lo arrastró siempre.

Son más conocidas sus desavenencias con McCartney. ¿También tuvo desencuentros con Lennon?

Sí. De hecho, cuando mataron a Lennon, la relación entre ellos era prácticamente inexistente. A esto se unieron las declaraciones, insultantes en algunos momentos, que John había hecho sobre George en sus dos entrevistas póstumas. Lennon era una persona con problemas, descarnadamente sincero y con una lengua feroz. Los Beatles estaban acostumbrados a sus ataques, era su amigo y le conocían, así que se lo perdonaban. Pero creo que hubo ocasiones en que John no se portó muy bien con George.

Sé que si tiro de este hilo, se te pueden echar encima muchos beatlemanos, pero ¿a qué te refieres con que Lennon era una persona con problemas?

Voy a meterme en horóscopos, que igual ya me tiran piedras (risas). Lennon era libra —yo soy libra— y los libras no somos desequilibrados, pero somos los que siempre estamos buscando el equilibrio. Él mismo reconocía que siempre tuvo muchos problemas. Lo que le pasó en su infancia fue terrible, hay que entenderlo. También tuvo problemas con las drogas, siempre estuvo buscando una madre… quizá su enganche con Yoko tuviera mucho que ver con eso. En algunos momentos de su vida estaba mal y volcaba su malestar hacia los demás. En sus declaraciones y en sus canciones. El How Do You Sleep, por ejemplo. Es una canción maravillosa, pero lo que le dice ahí a McCartney es horrible. 

Le lanza unos buenos dardos.

De George también dijo cosas muy ofensivas. Que si había sido su maestro, que si George le había seguido como un muchacho de la calle, gritando su nombre. Es cierto que Harrison tenía mucha influencia de Lennon. Le gustaba mucho su forma de ser, de no pensar las cosas y lanzarse sin freno, y reconocía que le había ayudado mucho a quitarse complejos y ser valiente. Sin embargo, tuvo que haber un momento —que quizá tenga que ver con Yoko— en que la relación entre ellos se tuerce y ya no vuelve a ser la misma. En el libro he intentado respetar a todos profundamente. Son cosas de la vida. El único que siempre se llevó bien con todos fue Ringo.

¿Quién crees que influyó más en Harrison como compositor, Lennon o McCartney?

Dylan (risas). No lo sé. Desde su primera canción, Don’t Bother Me (1963), Harrison ya intentaba escapar de la temática romántica que llevaban los Beatles en esa época. Ahí sacó su lado gruñon y malhumorado. Evidentemente, estaban juntos y todos venían de lo mismo: del rock and roll, de Buddy Holly, de Chuck Berry… pero George tenía su propia personalidad. Y más adelante, Bob Dylan y The Band fueron una influencia brutal para él. Los adoraba. Además, le dieron muchísimos ánimos en un momento en que estaba muy bajo de moral, después del Álbum Blanco, en el que incluso llegó a reconsiderarse su valía como músico, principalmente por las críticas de Paul.

La polémica de los últimos tiempos, ¿qué opinas de Get Back, la serie documental de Peter Jackson?

Todavía no la he visto entera. Entiendo que es para beatlemanos. A quien no lo sea, tragarse ocho horas y pico de los Beatles, que en algún momento parece casi como un Gran Hermano, se le puede hacer un tostón. Para mí es un regalo. Pero es que me pasa una cosa muy curiosa. Nunca he conseguido terminar Let It Be (Michael Lindsay-Hogg, 1974), porque me meto mucho en su historia de amistad y me entristece mucho ver cómo acaba todo. No me gusta ser mística, pero durante el año y medio que estuve escribiendo el libro, los he sentido muy cercanos y me lo tomo todo muy a pecho. Así que me estoy racionando la serie.

Otro aspecto de George Harrison que tratas en el libro es su sentido del humor y la importancia que este tenía en su vida. 

Esa es otra cosa que me encanta de él. Su capacidad para reírse de sí mismo, lo que, sin duda, es un signo de inteligencia. Todos los momentos de su vida, los buenos y los malos, los afrontaba con humor. Un humor muy negro y muy bestia. Muy de Liverpool. Era algo que también tenían el resto de miembros del grupo. Todos eran muy fans de The Goon Show, el programa de radio de la BBC del que después saldría Peter Sellers, con ese humor paródico y surrealista. Richard Lester supo captar ese humor tan beatle y lo reflejó muy bien en A Hard Day’s Night.

Y siempre estaremos agradecidos a Harrison por La Vida de Brian.

Sí. Es algo que no todo el mundo sabe. Cómo se endeudó y hasta qué punto casi pierde su mansión de Friar Park por sacar la película adelante. La Vida de Brian es una película fundamental en la historia del cine y si hoy existe, es gracias a Harrison. Es otro ejemplo de su generosidad y su sentido de la amistad.

Conchi Moya, autora de La Luz Interior de George Harrison, en el Pub The Cavern de Madrid

La prosa de La Luz Interior de George Harrison es sencilla, sin alardes, pero muy efectiva. Principalmente, sigues una línea narrativa, aunque también hay algunos pasajes más “sensoriales”.

Bueno, al final mi estilo es ese. También en novela. Quizá sea una escritora pasada de moda, porque me gustan mucho las descripciones. Y me apetecía despertar sensaciones en la gente que lo leyese. Creo que no es un libro estrictamente musical, sino también una aventura, una historia. Y las sensaciones tienen un papel importante en esa historia.

¿Qué es para ti escribir bien?

No lo sé. Soy totalmente autodidacta. Nunca me he apuntado a nigún curso o taller de escritura. No tengo ni idea. Yo intento que la prosa tenga cierta musicalidad y que fluya, que no parezca que esté “muy escrita”, y que la gente se meta en la historia y se deje llevar por lo que está leyendo. Y, sobre todo, trato de pasármelo bien mientras escribo.

¿Con qué edad empezaste a escribir?

De pequeña. Mi hermano y yo leíamos mucho por influencia de nuestros padres. Siempre nos regalaban cuentos, tebeos… Y cuando leía algo que me gustaba, pensaba que a mí también me gustaría escribir. Y así empecé a escribir mis primeros cuentecillos y mis cosas. Y después, ya más mayor, lo que me hizo lanzarme a escribir más en serio fue el tema del Sáhara.

¿Y cómo fue eso?

Pues fue en mi primer viaje a los campamentos de refugiados saharauis, cuando conocí al pueblo saharaui. Fui sin saber lo que me iba a encontrar y me quedé impresionada. No tenía ni idea de lo que ocurría allí, y eso que me considero una persona medianamente informada, que se preocupa de leer periódicos y ver los informativos, pero para que veamos el muro de silencio que hay sobre el tema. Y ahí empecé a escribir mi primer libro, Los Otros Príncipes, como una especie de diario de todo lo que iba viviendo durante el viaje.

¿Cómo resumirías el conflicto del Sáhara para alguien que, como yo, se cree medianamente informado pero en realidad apenas tiene idea de lo que ocurre allí?

El Sáhara Occidental era una colonia española desde 1884. Durante el proceso de descolonización de África —en el que las potencias europeas, debido a la oposición interna y a la presión internacional, empiezan a conceder la independencia a sus antiguas colonias—, España se inventa una triquiñuela para no deshacerse de sus territorios y en 1958 convierte al Sáhara y a Guinea en provincias. Hasta que en 1975, con el régimen agonizante, Marruecos ve su oportunidad de hacerse con el Sáhara y ocupa militarmente el territorio. Y no lo hace porque sí, sino por motivos geoestratégicos, porque el Sáhara tiene las minas de fosfatos más importantes del mundo y un enorme banco pesquero.

Ahí empieza la guerra entre Marruecos y el Frente Polisario, que ya luchaba contra la ocupación española. Es una guerra que dura de 1975 a 1991, y en la que el Frente —con el apoyo de Argelia y otros países— pone en serios aprietos a Marruecos. Pero en 1991, en parte por la coyuntura internacional del momento y los problemas de Argelia con el terrorismo, la ONU insta a los saharauis a firmar un plan de paz en el que se contempla la celebración de un referéndum para solucionar el conflicto. Marruecos también firma ese plan de paz y acata el referéndum, pero, desde entonces, sabiendo que lo perdería, empieza dilatar y torpedear el proceso.

¿Y en qué punto está la situación ahora?

Pues 31 años después de la firma del Plan de Paz, el referéndum todavía no se ha celebrado. Y desde el 13 de noviembre de 2020, debido a una maniobra del ejército marroquí en el Guerguerat — una zona muy sensible al contrabando y al paso de drogas— se puede decir que los saharauis están de nuevo en guerra. Una guerra silenciada, una vez más. Y mientras, una parte de la población saharaui vive en los territorios ocupados por Marruecos sufriendo todo tipo de discriminaciones y vulneraciones de los derechos humanos. Y otra, en los campamentos de refugiados, en condiciones muy precarias. Lo que parecía una solución provisional, ya se está prolongando casi cincuenta años. 

¿Y cómo les afecta el último movimiento del gobierno español?

Para ellos es una traición. Porque España se erige como valedora de la propuesta marroquí de integrar el Sáhara como una autonomía más de su territorio, olvidándose del referéndum. Es una propuesta que además está fuera de las resoluciones de la ONU y del derecho internacional, y que en España se ha aprobado sin consenso y sin pasar por el parlamento. En definitiva, hemos obviado que nuestro país tiene responsabilidades como potencia administradora y hemos abandonado a su suerte al millón de personas que conforman el pueblo saharaui. Y es muy probable que lo peor esté por llegar e incluso haya una escalada del conflicto.

Conchi Moya, autora de La Luz Interior de George Harrison, en el Pub The Cavern de Madrid

Volviendo a los Beatles y La Luz Interior de George Harrison. Enhorabuena por la segunda edición del libro.

Gracias, estoy muy contenta. Creo que lo publicamos a tiempo porque fíjate la cantidad de cosas que salieron el año pasado de los Beatles. En especial, la edición en español de I Me Mine, que es un libro que tuve que leer para documentarme y cuando me enteré de que Libros del Kultrum lo iba a publicar, casi me da algo. Afortunadamente, salió unos meses después del mío (risas). Por cierto, conocí a Julián Viñales, su editor, en la Feria del Libro y fue super majo. Yo le hice publicidad de I Me Mine y él me hizo publicidad de La Luz Interior de George Harrison, algo que no es muy habitual, y quiero aprovechar para agradecérselo. 

Es una editorial muy interesante.

Sí, y sus ediciones están muy cuidadas. Julián lleva ya muchos años editando libros de música. Y conseguir los derechos en español de I Me Mine no lo hace cualquiera. Es un libro muy recomendable y espero que les esté yendo bien.

Aprovecho yo también para recomendar Apología y Martirologio de la Reina del Soul, la biografía no autorizada de Aretha Franklin, escrita por David Ritz. Es un libro construido principalmente con los testimonios de familiares, amigos, músicos y productores cercanos a Aretha y en el que se aprecia muy bien su carácter poliédrico y contradictorio, al igual que George Harrison.

Yo no creo que los artistas tengan que estar desequilibrados, pero al final estamos hablando de personas con una sensibilidad muy especial. No son personas normales. Y luego sus vivencias, sus contradicciones, los momentos duros… El éxito, que por una parte les puede hacer perder el sentido de la realidad, con esas multitudes que les adoran e idolatran, y por otra, llevar a la paranoia y la desconfianza, acechados por granujas que solo pretenden beneficiarse de ellos y engañarlos. Es un tema muy interesante.

Para terminar. ¿Por qué crees que los Beatles provocan tanta pasión y admiración a lo largo del tiempo y las generaciones? ¿Por qué nunca terminan de irse?

Y ojalá que nunca acabe. Por la música, que es maravillosa. Es como magia. Y luego por su historia. Su historia es preciosa. Desde sus inicios, Hamburgo, los tiempos duros, la amistad, el éxito, el Swinging London, los viajes, la India, las relaciones entre ellos, la ruptura… Es una gran historia.