Por Ángel Muñoz

Ahora
que he dejado
el alcohol,

no veas
el cuidado
que tengo que tener
con los camareros
de mi barrio,

en cuanto se toman
dos tragos,
me cuentan mi vida.

Estos versos podrían pertenecer a Carver o a Bukowski. Situaciones similares las encontramos en los poemas de ambos poetas norteamericanos ya fallecidos. No es el caso. Se trata de Karmelo C. Iribarren, está vivo y sigue escribiendo con la misma sinceridad con la que se inició en la poesía.

Pero no una poesía sucia, realista o minimalista, términos en los que han querido encorsetarle. Sino una poesía corta, de verso directo, afilada como un hacha y dispuesta, en todos sus poemas, a dejarnos noqueados y sin aire con sus finales abrumadores. Con la capacidad de hablarnos de una bolsa de plástico levantada por el aire o del último paquete de Winston que se ha fumado de un modo tan humilde que asombra por su sencillez.

Y es aquí donde podemos caer en el error, el grave error, de creer que las historias tan coloquiales que construye y vive Karmelo podría escribirlas cualquiera. No es cierto. Lo que hace él con una facilidad tan aparente es harto complicado. Si fuera así, todos seríamos poetas. Y no. Karmelo solo hay uno.

AUDIO POEMA 1: RITUAL SANGRIENTO de KARMELO C. IRIBARREN

Dejo el periódico
sobra la barra.
Enciendo
un cigarrillo.
Tomo
el primer trago
de café.
Una calada,
y después
otra más fuerte.
Ya está.
Ya estoy en marcha
—me digo—,
ya puedo
hacerle frente
a esta locura.
Ahora,
a ver si hay suerte
y algo me llega
al corazón.

AUDIO POEMA 2: DE COPAS CON CIORÁN de KARMELO C. IRIBARREN

Con los días contados,
chaval, así vivimos
todos. Esperando
a que nos tachen
de la lista. Distrayendo
la espera con tragos
y canciones. No hay más.
Puedes llorar o morirte
de risa. Como prefieras.

AUDIO POEMA 3: EN EL ÚLTIMO BAR de KARMELO C. IRIBARREN

Y qué pasó
entonces.

Pasó una mujer.

Pero qué pasó.

Que era
de las que nunca
terminan
de pasar.

AUDIO POEMA 4: LO QUE HAY de KARMELO C. IRIBARREN

Me estoy haciendo viejo,
he ahí un hecho
incuestionable,
una verdad absoluta
de la que se desprenden
circunstancias varias,
todas ellas adversas para mí.

Por ejemplo:
ya no puedo ir a ninguna parte
y decir que quiero llegar rápido,
ahora ya sé a dónde voy,
el tiempo no es un concepto abstracto
del que me pueda reír,
está aquí siempre, a mi lado,
como ese conocido incómodo
al que nos es imposible despistar.
La vida se lo va tragando todo,
la muerte se frota las manos,
y en el cielo, qué te voy a contar,
hace siglos que se acabaron las localidades.

En fin, para qué más.
Sin esperanza pero con
veinte euros,
me encamino hacia el próximo bar.

Música de Los Jamelgos.

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